Muy a nuestro pesar, existía - y aún persisten- en nuestras escuelas, docentes que sienten preferencia hacia niños conformistas, con buenas calificaciones y pocas exigencias, valorando más a los alumnos receptivos que a los activos. Se encuentran igualmente casos de desesperanza aprendida, ocasionada ésta por la forma en que los profesores responden ante los fracaso de sus alumnos....que a mi forma de ver es la expresión del suyo propio.
Ante tal situación se hace necesario un cambio de paradigma en la concepción que tiene el docente respecto al desarrollo de la inteligencia en el niño y de su responsabilidad en ello. Es necesario asumir que la escuela es uno de los medios mas importantes a través del cual el niño aprende y se ve influenciado en todos los factores que conforman su personalidad; es por ello que se debe plantear enseñar a los niños a ser mas inteligentes emocionalmente, dándoles las herramientas, dotándolo de estrategias y propiciando el desarrollo de habilidades emocionales básicas que los protejan de los factores de riesgo.
Al respecto Goleman señala que los objetivos a buscar mediante la implantación de la inteligencia emocional en la escuela deberán estar dirigidos a detectar el desempeño de los niños en el área emocional, al conocimiento y reconocimiento de emociones, así como su clasificación, modulación y gestión de la emocionalidad; así como al desarrollo de la resilencia y a la adopción de una actitud positiva para mejorar la calidad de vida escolar.
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